"Quizás lo único que me propongo al escribir es quitarle a la literatura cierta solemnidad que tiene. Tengo poca relación con la crítica. Me importan los lectores, divertirme escribiendo y abrir un mundo que mezcle la aventura con la política y el humor" (Osvaldo Soriano)
Tuesday, November 25, 2008
Juan Pablo II, sobre un Papa coquetón…
Sunday, November 16, 2008
MATAME QUE ME ABURRO!
Decía el brillante sociólogo ingles Bertrand Russell que lo contrario al aburrimiento no era el placer, sino la excitación. Según él, el aburrimiento no es más que aquello que buscamos para distinguir un día del otro. Ejemplo un choque de carros si bien no es placentero es excitante, y permite distinguir un día del otro, con lo que no es aburrido.
El constante ritmo de vida que llevamos en la sociedad post-moderna nos lleva a la búsqueda continua de excitación, por cualquier forma y de cualquier tipo, por eso y lo menciona también el filosofo ingles en su libro “La conquista de la Felicidad” hay cierta ligazón con el mundo de las drogas. La excitación se puede anhelar bajo las mismas premisas con que se anhela una droga.
Por esto argumenta Russell que la incesante prontitud o premura de vida que desarrolla nuestras sociedades, debe poner en aviso a los padres ante el cuidado de sus hijos. A un niño en crecimiento no puede pretendérsele colmar su agenda de actividades divertidas y excitantes todo el tiempo, ya que esto haría al niño ir exigiendo mas de lo que llegara un momento no podrá otorgársele, y no se concentrara en actividades medias y pasivas que lo ‘aburran’.
El aburrimiento es en sí una parte fundamental de la vida, con la que hay que aprender a lidiar, sobretodo en la etapa del desarrollo del infante. Hay por lo tanto que cuidar de colmarlo con demasiados viajes, demasiado xbox, demasiada televisión, demasiadas fiestas y todo lo que uno nunca tuvo (en parte gracias a los apagones) que lo envíen en casos extremos a buscar saciarse ya mayor con las drogas. Recordemos también que en casos la creatividad y la facultad de emprender cosas nacen también de lo que hoy es considerado aburrido.
Por eso pido que si de vez en cuando le vamos hacer caso a un ingles, prestemos mas atención a lo que dijo el viejo Bertrand, en vez de que si al Príncipe William le encantó o no Paris Hilton.
“no hay nada tan hermoso como perder el tiempo…” Neruda
T.
Monday, November 10, 2008
El infierno de las fichas
Hablando en términos escolares, mi primaria la pasé en un colegio jesuita, donde el temor a lo incorrecto no solo era juzgado por Dios sino mediante un sistema muy eficiente de castigo que eran las "fichas".
En un colegio totalmente masculino que forjaba hombres para los demas, la disciplina férrea ante la jerarquía y la estructura era menester. La figura del Rector por ejemplo era siempre alejada y malévola, y cada cierto tiempo uno tenia que confesar sus pecados que realmente eran poco emocionantes para como va la juventud de la época.
Volviendo a las fichas, estas variaban según la severidad de la norma infligida, distinguiéndose por colores y eran durante mi estadía en ese colegio, un castigo moral severo, contradictorio a la sociedad actual donde parece no existir escarmiento hacia la violación de normas.
Sin embargo hoy en día es risible lo que influían esos papelitos de colores en uno (ejemplo por llegar tarde cierto numero de veces al acto de bandera, te ponían en una fila aparte exhibiéndote como pecador, y ante un cierto número de tardanzas acumuladas, te ponían una ficha rosada, con lo que uno casi seguro lloraba...)
Lo cierto es que revisando viejos papeles encontré una que había ganado, una ficha blanca (la mas leve), yo uno de los muchachos mas tímidos y obedientes que para la época no entendía el concepto de una revolución (aunque podía tararear la Internacional), encontré una ficha de 2do de primaria (1995) que Anexo para que observen hasta donde llegaba el temor, y uno que magnificaba sus errores como si fuese cierto que el mundo giraba a tu alrededor (idiota uno que para la fecha no sabia aún que el mundo giraba alrededor de Carlos Guillermo) uno que pensaba como que si a la hora del juicio final Dios te iba a tomar en cuenta esas fichas obtenidas, que esas fichas serian de influencia para juzgar tu pertenencia al reino de los cielos o al de los infiernos. Las vainas que ha uno le pasan por la cabeza.