Thursday, October 29, 2015

El cine dominicano es lujoso atraso, favor no apoyar

“La intención era buena y se murió”
En días pasados vi un medio de comunicación festejar los salarios de actores y actrices del cine dominicano. Los encontré altísimos, cientos de miles de pesos por menos de un mes de trabajo ¿Por qué un productor pagaría tanto a estos actores en un país de salarios bajos? Y la respuesta es sencilla. Porque los fondos no salen de su bolsillo.
La gran mayoría de los dominicanos desconoce de donde vienen los fondos para el mediocre cine que se hace en el país, y la realidad puede que los golpee fuerte. Vienen del Estado.
La compleja financiación de compañías privadas al cine, a través de la reubicación del pago de sus impuestos complica el entendimiento. Pero un amigo empresario lo resumió sencillo cuando me dijo: “Yo lo que no entiendo es cómo el Estado le dice a una compañía, Ok tu puedes usar hasta el 25% de lo que pagas de impuestos y dárselo al cine. ¡El 25%! No a la educación, no a la salud, no al desarrollo tecnológico. Al cine.”
Y no entremos por ahora en el tema de calidad. La realidad es que con tantas precariedades ¿cómo el Estado Dominicano permite que el cine absorba todos esos fondos? 40 millones es el promedio por película y se hacen 12 por año. Y de asumirlo, ¿por qué hacerlo a través de compañías que sean ellas que elijan las películas y la calidad (sin concurso) y no el mismo Estado?
Esta última creo que me la sé. Imagino que si el pueblo dominicano viera un corte anual que te dijera: Robertico Salcedo hizo 3 películas este año a un costo de 100 millones de pesos, el Estado Dominicano le dio ese dinero. Pues quisiera pensar que al otro día el país amanecería prendío en candela. No sólo por la baja calidad de sus filmes, sino porque no hay razón de priorizar tanto dinero al cine sobre, por ejemplo, los hospitales.
Detrás de algunos de estos filmes hay esquemas de evasión de impuestos serios, uno de ellos es aquel donde se pagan beneficios al inversionista antes de que salga la película y que esta empiece a dejar ganancias (a veces costeado dentro del abultado presupuesto). Y esto lo que premia no es el talento sino el tigueraje, la componenda, el fraude, el amiguismo, al que tiene dinero y conexiones previas.
Sin embargo, si tomamos el más pulcro de los escenarios puede que invertir con la ley deje ganancia por sí sola o sirva de promoción para la empresa privada. Este es un escenario que sigue a costilla del Estado, donde los grandes perdedores siguen siendo el erario, el pueblo y en casos la inteligencia.
Porque lo peor de todo es que hacer una película bajo la ley de cine no necesita requisito de calidad. Vale lo mismo una obra maestra que una comedia embrutecedora, pues la Dirección de Cine no está habilitada para regular contenido, sólo para aprobar presupuestos y estructuras. Por eso quizás vemos que el cine producido y galardonado en el país no es autóctono ni creativo. O se produce una pésima copia comercial de Hollywood, o se copia una trama de telenovelas mexicana o se reciclan desde la tv muchas comedias basura, todas las cuales se esfuman con el tiempo.
No apoyemos el cine dominicano. De hecho cada vez que veamos una valla anunciando un ‘clavo’ nuevo, la respuesta debe ser indignación colectiva. No alimentemos la industria burbuja del cine.
Yo sé que hay excepciones, que hay artistas y compañías excepcionales en busca de un buen cine. Me consta porque tengo amigos en esa lid. Pero la realidad es que nos está saliendo muy caro a los dominicanos. No seremos Colombia, ni India, ni España ni Argentina nunca, simplemente porque nuestro mercado es muy pequeño.
¿Que a que nos referimos con industria burbuja? Bueno, digamos que el Estado quiera pagar cien mil pesos a cada poeta dominicano que haga un libro de sonetos, de inmediato se creará una industria: editores, publicadores, impresores, nuevos poetas,  falsos poetas, musas, plagiadores, chapiadoras… todos surgirán en base a este incentivo, y si perdura muchos años, aprenderán  incluso a vivir de eso. Pero es una economía falsa, una burbuja esperando estallar.
Igual sucede con la ley de cine, todos desaparecen sin ella porque no es sostenible. El Estado está financiando un proyecto inviable. Más aún cuando tenemos déficit fiscal y sectores necesitados como salud, educación, seguridad ciudadana e incluso otras aéreas dentro del mismo ámbito cultural (teatro, pintura, coro nacional).
Prioridades mi gente. Que si el Estado lo que nos quiere dar es pan y circo, estoy seguro de que hay ideas locales menos costosas de conseguirlo. Que regresen al ring a Jack Veneno, que retomen el duelo de Olga Lara y Vickiana, que le den participación a Venya en el Gobierno de la Mañana o hasta que se haga una versión criolla de las Kardashian. Todas esas son opciones más rentables y más baratas.
T.

Friday, October 9, 2015

El suicidio simbólico en la OISOE y la adolescente

Hay personas que deciden dejar este plano antes de tiempo. Frustración, incomprensión, desánimo, ahogos económicos, evitar continuar un dolor o enfermedad… son algunos de los motivos que los llevan a rendirse, y uno no es quien para juzgarlos.
Stefan Zweig, una de las mentes más brillantes que han existido, en su nota suicida a sus amigos les dejó dicho que “quizás ellos vivan para ver el amanecer después de esta larga noche. Yo, más impaciente, me voy antes que ellos”.
Y así fue. Se suicidó en 1942 a los 60 años, en los albores de un nuevo mundo. Cuanto hubiese contribuido esta alma noble a la cultura y al análisis es un sueño truncado para la humanidad.
En la actualidad, vemos personas que han elegido este camino. Dos de ellas hicieron noticia pública en los últimos meses y se convirtieron en símbolos.
Una adolescente embarazada, Estefany, de esas que pueblan los hospitales y que le dificulta al país la oportunidad de contar con mujeres instruidas y madres capacitadas, incomprendida por sus padres y creyéndose fracasada, saltó al vacío para quitarse la vida. Sobrevivió quizás para que su familia y amigos le probasen que no era cierto. Y para que del país surgieran políticas públicas que enfrenten esta crisis.
El otro caso es el de un contratista de la OISOE, la Oficina de Ingenieros Supervisores de Obras del Estado. Ahogado en un esquema millonario, mafioso y poderoso, decidió una vez había peleado en dicha oficina su situación, quitarse la vida allí mismo.
Un alma no contaminada, lo sabemos porque a diferencia de otras personas que vemos tanto en el país como el extranjero, su frustración no la descargó con quienes tenía alrededor, no hizo una matanza masiva, tan solo decidió quitarse su vida. Y había ido preparado para eso, por lo que tomó en un momento permiso para el baño y se voló los sesos.
Su acto final vino con una estrategia, aunque podemos imaginar que no sabía la repercusión que iba a tener. Y es que dejó un legado mayor que si la obra hubiese finalizado con esos mismos acuerdos mafiosos que lo llevaron al punto de quiebre.
Develó todo el entramado corrupto que existe en el Estado. Uno que parece haber mercantilizado casi todos los ministerios. Que allí donde hay compras y contrataciones, algunos ven una ventana para enriquecerse y premurosas llegan las manos habilidosas.
Quisiera pensar que él sabía que si se suicidaba en su pueblo de La Romana, (Aun dejando una nota más extensa y mejor explicada que la que dejó) su muerte no hubiese pasado de una noticia local.
No sé si sabía que con su muerte igualó a la OISOE a las administraciones que estuvieron antes, que nos vendieron como demoníacas… unos millones más, unos millones menos… y que su suicidio amenaza con todo el sistema que también existe en el MOPC y el Ministerio de Educación, es decir allí donde hay muchos recursos.
De haberse acercado a mí, quizás le hubiese recomendado otra salida, pero no creo que hubiese tenido tanta contundencia. Los medios son silenciados por comerciales y los que no, no producen el eco necesario para la indignación de lugar. Allí radica la importancia de su acto.
Lamento no tener con nosotros a David Rodríguez García por razones económicas, pero a pesar del desgraciado camino que eligió, su muerte cumple un propósito y deja un legado que no debe pasar en vano. Ojalá los dominicanos sepamos también ver el amanecer después de esta larga noche, antes de impacientarnos como David y Estefany.