Monday, September 20, 2021

Tokischa y la basura

 

“Nunca, como en este siglo, el hombre vulgar ha tenido tantos defensores”. A.D.

Todo el mundo tiene derecho a consumir basura. Y tiene derecho a valorar más una cadena de comida rápida que el producto terminado de un buen chef. Ojo, esto escrito por un recurrente consumidor de basura, musical y gastronómica, no quisiera elevar mis preferencias sobre las de nadie. Lo que todo el mundo debe tener, es la capacidad de discernir cuando uno está ante una cosa meritoria y cuando está ante algo sencillo, envilecedor y fútil.

De ahí que lleguemos al tema de Tokischa, una cantante dominicana cuyo mérito es atribuido debido a su capacidad de confrontar y escandalizar a nuestra sociedad. Tokischa tiene una tremenda capacidad de desdoblarse, en la cual asume este personaje extravagante y colorido que crea impacto. Su vehículo principal hacia la fama ha sido trabajar con temas comunes de la “cultura urbana” como el sexo y la droga, acentuado en la imagen y lo explícito. Es el camino rápido a la popularidad y su ejemplo, queramos o no, fomenta la réplica y empobrece. Y es que para poco sirven los estudios u otra forma de esfuerzo en un país en los cuales estos son los triunfadores celebrados.

Tokischa es entretenimiento y comercio, no arte. Ha encontrado un nicho en el mercado musical y lo ha sabido explotar. En algún momento tendrá que recogerse, o bien porque llegó un punto de inflexión donde ya no será capaz de generar escándalo con los mismos temas, o bien porque los patrocinadores sugieren que es lo prudente comercialmente. Claro que, en ese trayecto al recogimiento, puede que le quede mucho de ridículo y un día la encontremos como a Madonna en el 1993, simulando masturbarse con la bandera de Puerto Rico. El camino es amplio si se es creativo.

No obstante, la iconografía a su alrededor mueve al rechazo. La necesidad de elevarla e idolatrarla molesta, inclusive si es solo para enfadar a algunos conservadores recalcitrantes, ya que ensalza un camino trillado y de poco esfuerzo. Tokischa es elemental, aunque pueda ser simpática en ocasiones. Musicalmente no tiene nada que ofrecer, sus letras o voz tampoco, por eso su vínculo con la controversia. Me recuerda a cierta gracia de nuestro animador favorito “El Pachá”. Me atrevería a decir que Tokischa es una especie de animadora, de un Pachá sexualizado y con mejor estética.

Sin embargo, ¿debe la querida Tokischa ser algo más que esto? ¿Debe ser un paradigma moral? No. Que sea como cree ser. Ella sabe que lo otro no vende. Por eso reza semidesnuda frente a una virgen en La Vega, lo fotografía y sube a redes. No le importa la religión ni la comunidad. Le importan ella y su posicionamiento. Es mercadeo sin base firme. Tokischa no libera a nadie, porque está encadenada en los instintos más básicos y los placeres evasivos. Aun así, no estamos para exigirle y a quien le gusta que la consuma.

Pero cuidado, no por eso debemos infravalorar su impacto. Su carrera a la mediocridad; a la glorificación de los instintos; a la promoción del “desacato escolar” o bailes sexuales con menores... es criticable, en horarios censurable. Es necesaria para recordar que quizás necesitamos más escuela, más metáforas y mayor complejidad. Aunque esto requiere esfuerzo de los artistas, requiere sobre todo esfuerzo de la demanda, de un público que no parece desarrollado para valorarlo.

La Toki y sus acólitos dicen que ella nada le debe a la sociedad y que no cría a nadie. Sin embargo, ante el auge y penetración de las redes, padres cada vez más ocupados, hogares monoparentales, barrios hacinados y música cada vez más alta en algunos sectores… es irresponsable no reconocer la capacidad de influencia, el deber que tenemos de cuidarnos entre todos y la necesidad de criticarle.

No se trata de lesbianismo. Un amigo recientemente me dijo que ese era mi problema de fondo a raíz de la colaboración con la Rosalía. Le respondí con una pregunta “¿Acaso hay una canción más hermosa que ‘Mujer contra Mujer’ de Mecano o ‘Mar y Luna’ de Chico Buarque?” ambas de matices lésbicos. Me da trabajo encontrar una mejor, pero quizás sucede que en esas hay uso de recursos metafóricos, melodías y una producción vocal de calidad.

No se trata de marxismo. A pesar de un comentario en las redes que atribuía al “cuco” del “marxismo cultural” el éxito de Tokischa, el filósofo Theodor Adorno venía criticando la industria musical desde 1930. Este decía que fomentaba la basura artística. Esto porque en el camino a vender muchos discos, la industria establece una fórmula de éxito dirigida al común denominador, al menos exigente del gusto popular y todos se van adaptando a ese pensamiento. Así, según Adorno, se genera un cemento social que hasta evade a las clases populares de sus problemas. Es esta necesidad de vender, de comerciar y de posicionarse que mueve a los artistas. En ese juego, Tokischa es solo una emprendedora amoral más, parte del engranaje.

No se trata tampoco de ser mujer. La vulgaridad, la cercanía y lo vistoso es lo que mueve a la repulsión de algunos con el tema de Tokischa. Si Bad Bunny se fotografiara semidesnudo ante una virgen en La Vega con el título “los putos también rezamos” provocaría el mismo escándalo. Si Don Miguelo cantase “los amigos que se besan son la mejor compañía”, mientras pasa a besar a Maluma, la controversia estaría servida e incluso puede que con mayor indignación. No obstante, aún si el propósito fuera que no escandalizaran algunos actos de una mujer (como en teoría no hacen los hombres), esto parecería un ideal muy pobre al cual aspirar. El ideal debe estar en otro lado, en alguna cima que se alcance a través del desarrollo de la inteligencia, del espíritu o del esfuerzo.

La celebración a niveles de deidad de Tokischa, ya sea porque revistas y artistas internacionales la aprueban, o porque dejará ingresos económicos, es lastimosa. Además de que no evade que el contenido producido continúe siendo basura. Por suerte nada de esto está consagrado de manera irremediable, siempre que la consumamos a sabiendas o que el tiempo se encargue de apagar su estrella.

El viaje empresarial de Jeff Bezos. Parte 1

Jeff Bezos es el hombre más rico del mundo. Tanto así, que a raíz de su divorcio su ex-esposa se convirtió en la 15ava persona más rica del mundo. Ella, aún donando 2.7 billones de dólares de su fortuna el pasado año, ganó US$2.9 billones en un solo día.

La distancia que nos separa de este tipo de personas es cada vez mayor. Los desafíos, la forma de ver la vida, de ver al otro... Sin embargo, cada vez más gente se proyecta en estos billonarios y salen en su defensa. Dejan de lado a los ciudadanos comunes que son y con los que habitan, y salen en una especie de falsa proyección a defender la desigualdad extrema. Aspiran a ser Bezos, aunque tengan mejores posibilidades de ganar la Lotería (que a lo sumo da millones, nunca billones).

En este sentido, muchos se niegan a ver que en ocasiones la avaricia es lo que rompe el saco. Y que las sociedades suelen fundarse en una narrativa común que nos relata semejantes y nos hace visibles. Cuando estas relaciones se tensan demasiado, el pacto suele romperse, dando cabida a inestabilidad, desilusión y hasta revoluciones. El viaje al espacio de Bezos trae una mayor desilusión al presente de la humanidad y la conformación social que una esperanza.

Para analizar el éxito reverenciado de Bezos, el camino hacia ese nivel de riqueza pasa por más injusticias y menos invención. Es decir, hablemos un poco del viaje empresarial antes que en otro artículo abordar el espacial.

La empresa Amazon inició en 1994 como un mercado en línea para vender libros. Hoy es un gigante tecnológico que tiene presencia importante en diversos mercados y con una infraestructura crítica para otros negocios en línea de plataforma y entrega. A saber:

1)      Es el comerciante online dominante en EEUU con un 47% del mercado.

2)      Es uno de los principales agentes de la cadena logística, que en la actualidad está construyendo “la mayor empresa de envíos de paquetes del mundo”. Para 2019, solo Fedex, Ups y el correo de EEUU manejaban mayor carga.

3)      Lidera con su subsidiaria AWS el mercado de infraestructura en la nube con un 32% del mercado.

4)      Continúa expandiendo sus productos en mercados tan disímiles como baterías, libros, cine, tv, ropa, pañales para niños… etc.

La línea roja con el derecho de la competencia es muy visitada por esta empresa y en casos cruzada a la ilegalidad, siempre en favor de sus ganancias. Por ejemplo, la empresa Diapers.com, muy lucrativa en su momento, no pudo competir cuando Amazon se interesó por ese mercado. Se dice que Amazon perdió alrededor de U$200 millones reduciendo los precios de los pañales, con el fin de que Diapers.com quebrará o pactará con ellos. Diapers.com terminó sucumbiendo ante los precios predatorios de Amazon, y tuvieron que dejarse comprar por el gigante por unos 540US$ millones. Luego fue cerrada y Amazon aumentó fácilmente los precios de los pañales.

Esto no es nuevo para la empresa. Amazon ha destruido miles de negocios en todo EEUU y el mundo. En sus inicios, lograron su éxito ahorrándose los costos de impuestos de venta estatal (de 6% a 8%) por ser una empresa en internet, creando una competencia desleal ante esas pequeñas empresas locales que sí tenían que asumirlo. Y por ende concentrando la riqueza. Asimismo, existen graves acusaciones de que Amazon utiliza la data que recopila en su portal de otros negocios para lanzar sus marcas, potenciar sus ventas y entrar en sus mercados. Esto lo facilita la confusión de roles con que opera, es decir el ser vendedor de la plataforma y el propietario de muchos productos que posiciona con su marca.

En este sentido, esto se puede asemejar a cuando las empresas de ferrocarriles en EEUU (siendo el epítome del poder comercial), fueron prohibidas por conflictos de interés de poseer empresas de carbón. Se entendía que era un mecanismo injusto de competencia y se pretendía regular su poder en el mercado. Cabe preguntarse ¿Cómo lucirían los mercados en algunos años si a Amazon se le permite continuar expandiéndose sobre el trabajo de otros negocios y en otros mercados? ¿Qué tanto poder (no solo en el mundo comercial sino en el político y hasta en el espacial) tendría la empresa y el Sr. Bezos?

No bastando estas estrategias, Amazon utiliza los mecanismos de elusión internacional para despojar a Estados Unidos en impuestos sobre su ganancia, llevando a cero sus impuestos sobre sus billones. A esto también podríamos agregarle los cientos de millones de dólares recibidos en exenciones de impuestos dadas por Trump.

Por lo que, la realidad es que Jeff Bezos ha incrementado buena parte de su fortuna no solo gracias al auge del Internet (que obvio que sí), sino basado en un esquema de negocio que frecuenta la competencia desleal y se beneficia de las ventajas de lo que se denomina "Crony capitalism" (o capitalismo clientelista/ de compadreo). Otro ejemplo de esto, es como Bezos ha puesto a pelear a los distintos estados de Estados Unidos para ver quién le ofrece mayores subsidios por la instalación de sus almacenes y empleos. En ese camino de necesidad, los salarios de sus empleados muy necesitados no mejoran ni cerca acorde con la rentabilidad de la empresa, denunciando algunos vivir con ayudas del gobierno.