Friday, January 27, 2017

El lado izquierdo del Festival Presidente

Sentirse viejo es una negación constante. Probablemente del subconsciente buscando evadir la muerte, o quizás de la monotonía, de esa que no te ayuda a registrar que los años pasan de a golpe y te atrofia la perspectiva.

Y sin embargo resulta que la vida, esa gran bromista, es también un match de boxeo. Te devuelve a trompadas lo que has pretendido con empeño ignorar con los años. Tres momentos, tres golpes recuerdo que me confirmaron que a pesar de mi edad, el tiempo no aminora su marcha.

Y es que se trata de pequeñas cosas, no son las inmensas ni las más simbólicas, esas tu sabes que vienen, las reconoces y las esquivas. Es decir, no son las bodas ni los hijos de los amigos, no es la falta de resistencia física al deporte o alcohol, el pago de impuestos o la muerte de un ser querido, mentiras. Son las sencillas, son las canas surgidas, el apretar los ojos para recuperar la vista, los nuevos consejos paternales de tus amigos, sus excusas para faltar al dominó de los domingos.

Al último festival Presidente que asistí fui bastante emocionado, no por quienes tocaban allí, sino movido por el reencuentro y la nostalgia. Uno va prefijado con sus antiguas emociones y estructuras a los sitios de antaño, intentando repetirlas sin percatarse de que tal vez han desvanecido. Desde que llegué al Festival, al amigo que me acompañaba le dije con la confianza de años anteriores: “Sígueme, que es del lado izquierdo que se sitúa mi gente”. El estadio estaba repleto. Pero a diferencia de años anteriores, caminando y caminando me percaté de que nadie me era familiar. La gente seguía siendo joven, era cierto, pero no eran los míos, siquiera de mi edad. En una atiné a ver a un menor del colegio a quién le llevaba varios cursos y que en aquella época apenas saludaba, y me fundí en un abrazo, no por el hecho de verlo, era más bien un leve agradecimiento por reconocerlo, por ser alguien conocido en el lado izquierdo, que me ayudaba a no claudicar ante el amigo que hacía minutos me pedía marcharnos hacia el centro. Fue doloroso el golpe, era la vida boxeando, un straight punch con su guante rojo izquierdo a un pecho ingenuo y descubierto.

Hace unos meses, me llamaron de la DGII que presentaba incongruencias en mis estados impositivos. Sin temor alguno porque dudo tener un perfil profuso allá, estuve al punto de trancarle, pero resultó ser uno de mis mejores amigos intentado hacerme una broma. No le salió, pero ya que estábamos en hora de almuerzo, aproveché para preguntarle que tenía en agenda a ver si nos juntábamos a comer. Sin preámbulos ni adornaciones me dijo el buen perro “Comeré con mi esposa e hijo”. Right Hook. Una pedrada a la cara que me dejaría aturdido, pero que aún no me lograba tumbar.

Porque al menos me quedaba el fútbol. Y como envejecí jugando con la misma gente, todos nos hicimos más torpes sin sentir nuestro juego hacerse lento. Sin embargo, un buen día saliendo de la cancha, me topé con dos lindas muchachas que me pidieron llenar unos formularios para ayudarlas con su tesis. Después de haber terminado, me dicen que si podía conseguirle más amigos, así que invité a todo el equipo. En una se le zafó demasiado alto la siguiente frase a una de las muchachas “Ha sido mejor ahora porque hemos conseguido un grupo más viejo”… Yo levanté la mirada del celular con cara de quien ve a un amigo clavarle el cuchillo, y solo atiné a preguntar “Cómo?”. La otra muchacha al verme sorprendido y notar el desliz de su amiga trató de remediar el asunto “Quiso decir un público más adulto”, torcí la cabeza hacia a ella con cara de perro confundido mientras le veía girar el cuchillo, haciendo más honda la herida. No recuerdo si pedí una cerveza o me fuí del sitio. Pero en definitiva fue un uppercut a la barbilla. Knockout. La juventud al suelo. Había que admitirlo, estaba añejo.



Y es que no, no son las bodas ni los hijos de los amigos, son sus consejos y excusas justificadas. No son los comentarios de las muchachas jóvenes, es ver a esas muchachas buscándole la vuelta, los eufemismos pa’ no ofenderme y hacer lo políticamente correcto. No, no es que no exista el Festival Presidente ni que la cerveza ya no sea dominicana, es encontrarse solo buscando por todos lados a cualquier viejo amigo en el lado izquierdo del estadio.



T,

Thursday, January 19, 2017

El mediocre gobierno de Barack Obama y una triste reflexión

“Es como cuando vas al dentista a sacarte un diente. Pelearás con el dentista en cuanto el empiece a halarlo. Así que él te inyecta algo que se llama novocaína para hacerte creer que no te está haciendo nada. Te sientas allí y debido a que tienes toda esa novocaína sufres pacíficamente. Sangre corriendo por tu barbilla y tú no sabes que está sucediendo. Porque alguien te enseñó a sufrir pacíficamente” Malcolm X

Barack Obama será recordado por la simpatía y la esperanza que provocó su máquina publicitaria en mucha gente, no necesariamente sus hechos. Es el mejor presidente actor de los EEUU desde Ronald Reagan, le sale natural. Pero esa simpatía, ese carisma, esa actuación o hechizo, como el enamoramiento, tiende a abrumar la vista y a no hacernos percatar de sus defectos, de su verdadero legado.

Para hablar de su legado hay que hablar de dónde provino su gobierno. George W. Bush, uno de los peores presidentes de EEUU, quien en apenas un año por sus formas hizo ver a Obama como Nobel de la Paz. Bush construyó un gobierno en base a tres pilares: religión, guerra y petróleo. En ese camino fluyeron sus intereses y elaboró un discurso demagogo y maniqueísta que lo mantuvo en la popularidad hasta que los norteamericanos se dieron cuenta de la farsa. Es decir de que: a) Iraq no tenía Armas de Destrucción Masiva como les dijo Bush; b) Saddam nunca pensó atacar EEUU ni era un adversario; c) hacerle la guerra a Iraq había dejado a Medio Oriente más inestable; d) dejó a EEUU con peor reputación en el mundo; e) con más enemigos; f) con déficit interno y; g) con dos trillones de dólares menos.

Es aquí cuando entra Obama, quien se catapultó con el discurso de las esperanzas, del respeto a la ley, de la unidad y la reivindicación de la lucha por el más débil (la cual había conocido siendo activista comunitario). Tener ese conocimiento y ofertar toda esa plataforma lo hacía entonces más responsable que gobernantes anteriores como bien dice Ralph Nader.

En estos días sus logros son publicitados de manera fuerte y sin un debido balance ante el temor de la presidencia de Trump, por lo que se hace necesario evaluar algunos puntos en la palestra de manera sucinta por razones de espacio para una posterior reflexión:

1- El logro más grande de Obama es haber sido electo a pesar de su color de piel en EEUU, un país donde hace 50 años se le obstaculizaba el voto a afroamericanos en ciertas regiones. Simbólicamente esto es mucho, pero prácticamente no. Porque en vez de ayudar a los negros, los desmovilizó. Y ante cualquier posible protesta o crítica al presidente, la comunidad negra hizo silencio por solidaridad racial. De manera principal, Obama no llegó a promover políticas fuertes para reducir la desigualdad económica en lo racial y la juventud negra, la más desempleada del mundo industrializado, no fue particularmente beneficiada. De poco sirvió entonces que el Presidente de EEUU compartiera su color de piel sin exigirle nada a cambio.

2- El acuerdo de desarme con Irán. Sólo la locura que fue la presidencia de Bush llevó a EEUU a considerar a este país como un enemigo digno de ser atacado y con el cual era imposible podía conversar y llegar acuerdos. Este es un punto luminoso que podemos darle por completo a la administración de Obama.

3- Matrimonio homosexual. A pesar de Obama haber declarado no apoyarlo en su campaña del 2008, su pensamiento según él evolucionó en este tema y en 2012 lo apoyó hasta que se hizo realidad. Este punto será otorgado a favor o en contra dependiendo de la posición personal del lector. Pero desde el punto de vista político era algo para ofrecer y emocionar a la base diferenciándose de Mitt Romney el candidato republicano en el 2012.

4- Obama Care. Obama Care es la expansión del sistema de salud preexistente. Curiosamente, es una idea ejecutada por el republicano Romney cuando era gobernador de Massachussets, nada revolucionaria. Y es que garantizarle la salud a la gente nunca es un error, pero si puede serlo cómo garantizarla. i) El problema del Obama Care no son los 20 millones de personas que se unieron a la cobertura, sino los millones que quedan fuera; ii) El problema es que los pobres siguen pagando una mayor tasa con respecto a sus ingresos que los ricos; iii) que los que están en el programa la mayoría están subasegurados, es decir que no les da el seguro para cubrir los costos en la extremadamente cara salud de EEUU; iv) El problemas es también que este programa no reduce los gastos en salud del país, se lo deja a la fuerzas del mercado. Por lo que, EEUU bajo este esquema seguirá dedicando el porcentaje del PIB más alto del mundo (17.1% en 2014), y a diferencia de otros países sin poder garantizarle la salud a toda su población, como por ejemplo Francia (11.5% PIB), Canadá (10.4%.) o el Reino Unido (9.1%).

5- Cuba. Abrir relaciones con el país caribeño es una medida inteligente y racional, pero fue hecha cuando ya Obama no se reelegía ni se arriesgaba. Las encuestas dicen desde años que más del 70% del pueblo norteamericano no tenía problemas con abrirse a Cuba. El mundo entero lo anhelaba hace décadas. Pero Obama no se la jugó hasta que su costo político fuera nulo. Y quizás esto haya sido una compensación al hecho de que su promesa más grande en cuanto a Cuba no fue alcanzada; el presidente abogado no cerró Guantánamo, a pesar de haberlo prometido en campaña en 2008 continuó con las violaciones de derechos humanos que allí suceden.

6- Obama es el único presidente de EEUU que ha durado los 8 años en guerra. Al igual que Bush pero sin oposición, Obama ha desestabilizado países con la excusa de derechos humanos o enemigos potenciales… A pesar de no haberle declarado la guerra a Libia y de nunca haber sido esta una amenaza, Obama atacó y depuso a Gadhafi dejándola en el caos total, similar a Iraq. Algo parecido se intentó en Siria, desestabilizar el país para salir de Bashar Al-Assad, sin importar que sus adversarios fueran terroristas cortacabezas, los cuales por suerte no llegaron al poder por la geopolítica y Rusia.

7- A pesar del crecimiento económico, en EEUU la desigualdad aumentó durante la administración de Obama. Obama falló en pelear por el salario mínimo, hoy en día 30 millones de trabajadores ganan menos de lo que ganaban en 1968. Obama falló en quitar beneficios económicos dados a los ricos por Bush, algunos de ellos los cuales Obama podía remover de manera administrativa. Obama falló en pelear porque la clase corrupta y enriquecida de Wall Street viera prisión luego de su irresponsabilidad en la crisis. Obama falló en reformar de manera fuerte el régimen financiero, y en rescatar a los ciudadanos primero que a los bancos. Esto quizás comprensible desde las donaciones millonarias hechas por Wall Street a su campaña en 2008 y 2012. Obama falló también en rechazar la política de Libre Comercio sin justicia laboral que tanto perjuicio ha ocasionado a los trabajadores de EEUU, de hecho la fomentó e intentó un Acuerdo con Asia TPP, que se estancó en las pasadas elecciones ante la oposición de Sanders y Trump.

Y es que decía el sociólogo Howard Zinn que “lo que realmente importa no es quien se sienta en la Casa Blanca, sino quien protesta dentro y quien marcha fuera pujando por el cambio”. No en vano Bernie Sanders cuando Obama se reelegía en 2011 pedía un contrincante interno. No tuvo resistencia (llámenle liberal o de izquierda) nadie lo obligó a ser mejor. Y esto le costó al partido demócrata, lo alejó de la gente en vez de liderarlos, razón por la cual los demócratas perdieron todas las elecciones con Obama, salvo la propia.

Mientas tanto los medios de comunicación hablan de su legado de manera gloriosa, las conquistas más ligeras son desproporcionadas y la amenaza es dirigida a Trump y Rusia. En la sociedad de las formas Obama es celebrado. Justo esta semana vi muchos amigos compartiendo videos muy emocionales del amor que le tiene el presidente a Michelle, a sus hijas, a Biden, de cómo hacer un tour virtual con la pareja por la Casa Blanca…

Y mientras todo eso pasaba, la administración de Obama otorgaba la facultad a la infame NSA (Agencia de Seguridad Nacional, la cual Edward Snowden nos mostró espiaba sin orden judicial al mundo y a los estadounidenses, contrario a la Constitución de EEUU) a compartir (también sin orden judicial) información privada de los ciudadanos con otras 16 agencias (FBI, DEA, Homeland incluidas). Por ahí va el legado real de Barack Obama. En avanzar una agenda similar a la de Bush, pero con más inteligencia y carisma. Y lo triste es que aún conociendo esto, no sé si por publicidad o carisma, como persona, Barack me sigue agradando.

A propósito del Nobel a Bob Dylan: ¡Los músicos lo quieren todo!

“A veces no basta con saber lo que las cosas significan, a veces tú tienes que saber lo que esas cosas no significan”  Bob Dylan 
Dirán que soy un purista, un conservador, un hater o un autor, y puede que tengan algo de razón. No obstante quiero iniciar diciendo que para mí Bob Dylan está por encima del Premio Nobel en cualquiera de sus categorías y elementos. La calidad en sus canciones es innegable, su popularidad y reconocimiento también, y su dinero acumulado se ríe ante el pequeño millón de dólares que otorga el premio. Por eso Dylan hace cosas como darse el lujo esta semana de ni responderles, porque no los necesita.
Los premios Nobel suelen ser una plataforma para enseñar al resto del mundo lo que han desarrollado personas que el mundo debería admirar. Y aquí radica uno de los errores en el premio Nobel de Literatura 2016, Dylan no necesitaba más plataformas. El artista canta en inglés, el idioma con menos barreras y habita eternamente el alma de la contracultura, que siempre está de moda. Nadie va a conocer a Bob por el Nobel de Literatura, esto no ayudará siquiera a inmortalizarlo, ya que Dylan toca desde hace tiempo en el Olimpo. ¿A quién le importa que Churchill haya ganado el mismo premio en 1953? para los fines de la historia ya se había agenciado la gloria humana, efímera como ella sea.
Y los músicos tienen su gloria, es apasionante, es satisfactoria. Consiste en millones de seguidores, millones de records vendidos, la fama, el dinero, las memorias del bar, del dolor, de la protesta… Premiarlos en otro campo cuando ya tienen los aplausos, sus propios premios y sus salones de la fama es llover sobre mojado.
Nadie piensa en los siempre tristes escritores, que tienen que pulular la soledad en sus maquinillas y arriesgarse a escribir hojas que quizás no serán leídas y que nunca llenarán estadios. El premio Nobel fue a un reconocido músico, no a un escritor. Lo dice el mismo razonamiento del jurado por llevar “nuevas expresiones poéticas dentro de la gran tradición de la canción estadounidense”. Y por tanto ha sido un desperdicio para mostrarnos a alguien genial de otras latitudes, a quien el reconocimiento le garantizaba al menos la traducción de su obra a otros idiomas.
En un mundo donde uno de los principales exponentes de la música latinoamericana Calle 13 inicia una canción “La vuelta al mundo” rapeando : “No me regale más libros porque no los leo/ Lo que he aprendido es porque lo veo”, se hace difícil justificar un Nobel de Literatura a un músico. El dilema o la controversia de algunos está en si las letras de Dylan se sostienen sin las melodías, y esto es igualmente válido, pero parece ser más un campo de los expertos.
Lo que sí es que los músicos parecen tenerla fácil. Oliver Sacks cuenta en su famoso libro “El hombre que confundió a su mujer con un sombrero” el caso de una señora que se levantó oyendo una música, y percatándose de que todos los equipos estaban desconectados o apagados, acudió al neurólogo mientras continuaba oyendo la música. Resulta que la señor había tenido una pequeña trombosis en una parte del lóbulo temporal derecho del cerebro, activando así el recuerdo de una canción de infancia que era lo que ella estaba escuchando, y que ella tenía décadas que no oía. Es decir, la música tiene un privilegio incluso hasta neuronal por encima de toda las artes. Por eso el melómano real sale corriendo en defensa de Dylan, pero esa carrera puede que sea intempestiva.
Por ejemplo, en las redes vi a la autora/música Rita Indiana decir a propósito de Dylan que también el poeta dominicano más influyente era un cantautor (Luis Díaz). Y esto lleva el debate de manera errada a una perspectiva no literaria. Porque entonces nos abocamos al proceso de simplicidad de la poesía y la literatura, la poesía como centro de lo entretenido y lo popular, y en ese camino no es siquiera Luis Díaz el “poeta” más influyente, probable que sea Kalaf, Wilfrido, Pochy, Juan Luis Guerra o Romeo.
Lo triste de este premio quizás acontecerá en 50 o 100 años cuando miren hacia atrás las generaciones de entonces, como José Saramago nos enseñó a ver el Premio Nobel de Literatura de 1901 desde su Cuaderno de Apuntes cuando escribió: “En Estocolmo todo puede suceder… lo demuestra la historia del Nobel desde que lo ganó Sully Prudhomme estando vivos Tolstoi y Zola”.