“No puede haber democracia diaria, sin ciudadanía diaria” R.N.
Uno de mis héroes es el activista estadounidense Ralph Nader. Un abogado que ha dedicado su vida a servir a la ciudadanía, principalmente a través de mejorar los derechos del consumidor.
Gracias a él disfrutamos de un buen número de leyes e instituciones (tanto los estadounidenses como gran parte de la humanidad) iniciando por los airbags y los cinturones de seguridad. Una de las razones es por su voluntad a reivindicar derechos, a fijar posición y a obligar al sistema para que este trabaje para la ciudadanía.
En julio de 2017, yo tenía boleto de regreso a Santo Domingo vía el aeropuerto de Orly en París. Por razones que no vienen al caso, un tráfico especial ese día o simplemente mi culpa (como se encargaría de recordarme el testarudo amigo Chan que viajaba conmigo), llegamos faltando una hora para el despegue del avión. Corriendo nos informan que el Check-in (Registro) del vuelo estaba cerrado, que cerraba una hora y media antes.
En servicio al cliente de la empresa tratamos de forzarlo, pero nos informaron que había que estar dos horas antes en vuelos transoceánicos. A diferencia de vuelos internos de Europa que era 1 hora... ¿Dónde dice eso? En su ticket fue la respuesta del representante, pero ahí no encontramos nada.
Estábamos dispuestos a viajar solo con maleta de mano evitando complicar el check-in, pero no hubo diálogo posible con el representante de la aerolínea, que a su juicio tenía una fila con peores problemas que una tardanza. Al otro día nos enteramos que el avión se retrasaría dos horas, por lo que el tiempo hubiese sobrado para hacer migración y llegar a la puerta de embarque.
Tuvimos que comprar otro vuelo para el día siguiente y solo recuerdo los posteriores lamentos del Chan, que por ese dinero gastado nunca iba a poder comprar su casita. Una vez llegué a Santo Domingo via Haití, mantuve el sentimiento de agravio. ¿Cómo pueden exigirle a alguien llegar a una determinada hora sin comunicárselo? ¿Y si mañana deciden que no son dos, sino tres horas o cuatro para el check-in?
Decidí buscar abogados. Encontré una empresa Flightright en internet que llevaban este tipo de caso por un cuota litis (es decir si el caso se ganaba, ellos ganaban). Primero hacían una evaluación para saber si el caso tenía mérito. Se lo comenté a un escéptico Chan que les escribió páginas de lo sucedido. Yo hubiese querido copiar su relato, pero no me había avisado cuando lo envió, así que tuve que desarrollar en pocas oraciones el mío. A él se lo rechazaron, a mí quizás por abogado, me pidieron contar más.
Les gustó el caso. Así que apoderé a los abogados que trataron de contactar la aerolínea sin suerte. Por lo que ahora tocaban los tribunales de Francia, la demanda se la había comentado a muy pocas personas, por la tendencia a resignarse o azarar que tienen muchos. Pero dicho misterio se vio revelado un buen día que me enviaron una citación a audiencia ante el “Tribunal D’Instance Service Civil Place Marcel Cachin”. Con tan mala suerte que la recibió el otro Tony Raful, mi padre, quien al comentarlo recibió reprimendas de la familia por andar peleando en Europa. Nadie le creía su “No fui yo!” así que tuve que intervenir a aclarar algunas cosas.
El caso es que la semana pasada llegó la sentencia favorable. En el juicio, la aerolínea presentó como “prueba de mi falta” una recomendación de su página web (no el boleto) que pide presentarse de 4 a 6 horas antes en el aeropuerto, pedían condenarme a 500 euros por las costas.
El Tribunal francés en una brevísima sentencia de 6 páginas, consideró injustificada la negación de mi embarque, ya que la aerolínea no aportó pruebas de que me haya informado de manera directa mis obligaciones. Estableció que esta “se habría realizado de manera válida si, como otras aerolíneas, esta indicación apareciera en el documento de reserva que recapitula las características del vuelo adquirido”.
Es así como la empresa Air Caraibes fue condenada a pagarme 600 euros en aplicación del Reglamento Europeo 261-2014. Este monto es más simbólico que beneficioso, ya que es similar al que me costó el pasaje de reposición, y tendríamos que restarle el 25% del cuota litis, y la promesa de dividirme lo ganado con Chan como aporte para su casita.
Es decir no es mucho, pero quizás lo suficiente para que la empresa corrija esa situación informando debidamente al consumidor. Además de que queda ese agradable sabor de victoria moral e internacional en mi primera demanda como afectado. Y claro el intento fructífero de replicar el ejemplo de uno de mis héroes haciendo valer mis derechos y de paso el de todos.
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