Tuesday, December 23, 2025

La fiebre no está en el SENASA


Por: Tony Raful hijo

Hace unos años me conmovió una serie de televisión llamada Evil. En ella se presenta el mundo como un lugar donde coexistimos con demonios, los cuales aunque invisibles, ejercen una marcada influencia sobre las personas. Estos entes se fortalecen cuando uno se aleja de su centro moral, y se debilitan cuando retomamos el camino ético.

Los monstruos son especializados, cada uno encargado de corromper un aspecto concreto de la sociedad; un demonio de la lujuria, otro de la avaricia económica, de la idolatría, de la violencia... hasta de la adicción digital y la tecnología.

No quisiera atribuir a lo sobrenatural las causas de los problemas humanos. Sin embargo, con esta serie, la narrativa religiosa me parece que acierta. ¿Por qué? Porque, creamos o no en ellos, la analogía de que hay algo a lo que vas dando fuerza, que se alimenta con tu aporte... realmente podría ser útil verlo como un demonio. Y la única forma de reducirlo y volver a tu centro moral sería que un “cable a tierra” te rescate, o el conocido, pero doloroso, "déjalo que se estrelle".

Pues bien, en el SENASA se estrellaron. Pocos entienden cómo personas con prestigio se jugaron tanto de esta manera. Algunos pueden que hayan perdido su centro hace años; otros, que nunca lo desarrollaron y siempre disimularon.

La sociedad que habitamos es, cada vez más, permisiva al "tigueraje" que deviene en corrupción y suele hacer una crítica malsana a todo aquel que pase por "pendejo". Siempre tengo presente una frase del escritor Luis Aceituno que decía: "Parecería que todo está perdonado mientras produzca progreso económico". 

Lo peor es que estamos viendo, que el más reciente y sensible de todos los escándalos de corrupción no se detuvo en la arena política ni en el empresariado convencional. Corrió hacia los centros hospitalarios, médicos, personal administrativo, técnicos… un universo de actores tan disímiles, que demuestra la fuerza y la penetración que han alcanzado algunos "demonios" en nuestra sociedad.

Escuchar una doctrina más sencilla, otra forma de ver la vida menos consumista, no parece tener lugar en la narrativa dominante de la política, del empresariado ni de la calle. Y una sociedad de traiciones, en un constante “joseo” o “búsqueda” sin principios, no construye ataduras. Dice el escritor Alejandro Dolina que:

"Ahora flotan en el aire unas ideas mucho más individualistas y que tienen que ver con una moral burguesa donde el máximo valor es la prosperidad: si sos próspero, todo está bien. Distinta es la moral heroica, donde si eres valiente todo está bien, y distinta es la moral de lo empático, del amor, donde todo no puedes estar bien si el otro no lo está. Donde no existe poesía hasta que no la lea el otro y donde no existe felicidad hasta que todos no sean un poco felices".

Frente a este individualismo que nos desgarra, el antídoto más poderoso es la comunidad.  Malcolm Gladwell narra en Outliers el caso de Roseto, Pennsylvania, una comunidad de inmigrantes italianos que, a finales de los años 1950, presentaba índices de salud excepcionales, especialmente en enfermedades cardíacas. Tras descartar dieta, genes y ambiente, los investigadores hallaron la causa en su estructura social.

En Roseto vivían en hogares multigeneracionales, se visitaban constantemente, conversaban en las calles y participaban en numerosas organizaciones sociales y religiosas. No había ricos que envidiar, ni pobres a menospreciar. Este tejido solidario era una defensa contra el estrés de la vida diaria, pues era difícil sentirse solo. A medida que las nuevas generaciones, cuenta Gladwell, se integraron a la cultura individualista de EEUU todo cambió y los índices de enfermedad se igualaron al resto del país.  

De Roseto tenemos que aprender que ni siquiera la salud o la longevidad dependen exclusivamente de meros esfuerzos individuales. De que lo que nos protege de devorarnos los unos a los otros debe hallarse en ese tejido social.  

Lamentablemente, ante la distancia, el individualismo y la desigualdad no podemos refundar Roseto. Y las fuerzas que hoy operan a escala sistémica y que afectaron al SENASA prueban la fragilidad de ese tejido.

Sin embargo, necesitamos una comunidad inteligente, ofensiva y vigilante que exija desactivar los incentivos que la corrompen. Nuestro sistema inmune, si se basa en valores individuales, está comprometido… Una sociedad cuyos médicos dan la cara a los enfermos y aun así fraudulentan no se sana con sentencias.

La fiebre no está en el SENASA, es un síntoma de un cuerpo social con las defensas bajas. Hay que atacar las fuerzas sistémicas que lo debilitan: la impunidad, la opacidad electoral, la connivencia el entre poder político y económico, la avaricia…

Pero también, en el caso especial de SENASA, hay que ejercer una crítica hacia el sistema de financiamiento político. El sistema electoral resulta muy costoso para los aspirantes. Esto deviene en actores políticos comprometidos con intereses distintos a la comunidad y a lo social. Ofreciendo a la ciudadanía más variedad de modelos Rolex que de asistencia o salud servida.

Es así como la crítica a la corrupción debe ser también preventiva, pasar por fortalecer los controles de gastos y las instituciones que lo fiscalizan. Pues si atacamos una cosa y no la otra, el resultado será exiguo. En un país de tentaciones sistémicas, solo un sistema de incentivos correctos puede proteger y nutrir ese centro moral, solidario y justo.

Porque nunca veremos a los demonios con cuernos, tenemos que vernos reflejados en los acusados que se dejaron arrastrar hasta convertirse en ellos, sin saber hoy cómo y dónde dejaron hace años su centro.

La tarea es entonces recuperar las instituciones, ejecutar las condenas necesarias, fortalecer las regulaciones y, al mismo tiempo, ver en la caída de estos hombres, nuestra potencial caída y comprender cómo aplicar el justo refreno. De lo contrario, si no actuamos en consecuencia, los demonios solo tendrán que regresar a buscar alimento en incumbentes nuevos.

No comments: