“Muchas veces nosotros confiamos en ‘hay que hacer una ley’ ‘cambiar la
ley’. Os voy a contar una historia, la leyenda en torno al rito artúrico de la
espada Excalibur. Sabéis que Excalibur es una espada famosa que hizo rey a
Arturo. El que fuese capaz de sacarla de una piedra donde estaba clavada era el
rey de Inglaterra.
Estaban discutiendo una serie de nobles, de ¿cómo sería la espada?, ¿si
sería muy larga?, ¿si muy ancha?, ¿si de dos filos?, ¿sería de acero, que buena
empuñadora? porque eso sería importante, usar esa espada para combatir los
enemigos. Y el más inteligente de aquellos le dijo: ¡Estúpidos! Estáis
hablando de la espada. ¿Por qué no habláis del brazo que sea capaz de usarla?” JA
Hace poco entró en vigencia la
Ley de Tránsito que crea el Instituto Nacional de Tránsito y Transporte
Terrestre (INTRANT) y con ellas muchas expectativas de la sociedad dominicana.
Con la creación del INTRANT cambian las reglas de juego en el país de manera
positiva. Se apuesta a un mecanismo centralizado y moderno que ha de ir
desarrollándose. No obstante en el cambio del monto de las multas debió ocurrir
una transición menos abrupta.
Lo menos que pagaremos de
multa con esta ley es el equivalente al salario mínimo en el Sector Público
Centralizado, al día de hoy RD$5,117 pesos. Más de 100 dólares por multa, con
la salvedad de que aquí no ganamos en dólares. ¿Habrán pensado en sí mismos los
congresistas y sus elevados ingresos al imponer estos montos? Porque obviamente
dejaron de lado que el ingreso promedio de las familias en el país se sitúa
alrededor de 20 mil pesos. Pero hay que seguir interrogándose ¿Qué
más dejaron pasar los congresistas?
¿Era acaso la falta de altos
montos de multas la razón de la violación de las leyes de tránsito? ¿O tenía
que ver más con la eficiencia y el cobro de éstas? En ocasiones basta con una
sanción pequeña pero siempre aplicada para ser más eficaces. Según el profesor
Pedro Gerson éste ha sido el éxito del “Programa Conduce Sin Alcohol” en
México, donde los conductores cambiaron su comportamiento a sabiendas de que
ahora hay más probabilidad de un castigo que antes, a pesar de las penas ser
menores.
Muchas personas dirán “Bien
hecho, porque así el delincuente al volante tendrá su merecido”. Pero cualquier
análisis de política pública debe pasar por cuestionar la estructura que
impondrá la sanción, no sólo el que la dicta.
Y es que RD$5,117 pesos es
casi un tercio del sueldo que devengan los agentes metropolitanos del transporte
(AMET). Sin desmeritar su función ni educación podemos deducir, que como seres
humanos que son, la tentación estará muy presente a evadir sus
responsabilidades. Me explico, un AMET que gana 16 mil pesos al mes, ¿no se
enfrentará a un gran dilema si es ofrecido en soborno 4 mil pesos para evadir
una multa de 5 mil?
Ya cantaba Juan Luis Guerra y
440 en una canción que por violar el tránsito la autoridad que lo detiene le
dice “Acompáñeme Civil al destacamento/ o resuelva desde aquí cómpreme el
silencio y olvídese de mí”. Ya lo canta Don Míguelo “No le pare a los guardia’
que si nos llevan preso’/ yo le doy su par de pesos”. El soborno a las
autoridades es parte de cultura local, más si se trata de individuos no
vigilados, con poder y necesidades.
Otro caso interesante puede
surgir a raíz de las potenciales injusticias. Un Reporte “Pagando más por ser
pobres” del 2017 demostraba que en California los conductores negros eran
parados más a menudo sin causa alguna y por ende multados. A pesar de que
quizás la injusticia no suceda aquí por asuntos raciales, podría suceder por
ingreso económicos, tipo de vehículos y poder social. Y es que la primera
injusticia inicia antes de detenerte, porque le sale igual la multa a una
familia de escasos recursos que a una de altos.
Por caminar fuera del paso
peatonal, es decir cruzar la calle mal a pies, una persona enfrenta la misma
multa de RD$5,117 pesos que por otras violaciones a la ley. Igual multa para
los conductores que no mantengan una distancia razonable del vehículo que le
precede. O para aquel que haga uso de sus bocinas en áreas urbanas (salvo que
sea para evitar un accidente). En esto también existe un margen de
discrecionalidad peligroso que puede resultar en una escalada de violencia
contra los Amets, de aquellas personas que no quieren verse frente a tan alta
multa o que su imposición la han considerado injusta.
¿Tendrá en sus prioridades
pagar una de estas multas una persona que gane 30 mil pesos y dos hijos?
¿Queremos que esa sea una? ¿Por encima de la multa que lo condena ya en el país
a no alcanzar la canasta familiar, a pagar la energía, la cara educación de sus
hijos, o los altos impuestos al combustible?
En una ciudad (para los que
viven en la capital) donde los problemas de transporte público te invitan a
adquirir un automóvil, resulta injusto la fijación de una multa con un precio
tan alto, dado que el carro es para muchos una necesidad.
Puede que estos montos
resulten disuasorios para algunos, pero no se puede construir una sociedad
desde el castigo desproporcional, con tarifas europeas para sus multas; porque
así surgen los resentimientos, la violencia y hasta se reproduce la pobreza. No
sólo era pensar en la espada señores congresistas, era también pensar en el
brazo que iba a usarla, en la población que iba a ser afectada.