60%, 70%, 80%, 90%… el Presidente ha roto según sus mediciones y encuestas todos los números de aceptación, y se han encargado de forzar este pensamiento en los dominicanos como fuese posible, con miel, publicidad o vaselina. Pero ¿de qué sirve un liderazgo popular en términos políticos sino se es capaz de arriesgarlo para alterar o cambiar el orden de las cosas que merecen ser cambiadas? ¿Queremos una celebridad o un estadista?
1 – ¿De qué le sirve a un hombre tener 70% de popularidad, 80% de la cámara de diputados y 100% de los senadores durante 4 años, si no puede pasar una ley de partidos políticos que regule las finanzas y estructura de los partidos? Si sólo le sirve para comprar una reelección a favor de su interés y perpetuación personal.
2 – ¿De qué nos sirve que un candidato reeleccionista tenga 60% de popularidad si no puede darse el lujo de debatir sus propuestas con los otros candidatos, o al menos con algún periodista? Si no le puede decir a los otros miembros de su partido “Esta bien, yo no voy al debate pero ustedes pueden, porque la democracia está por encima de esta candidatura”.
3 – ¿De qué sirve el 80% si no puede remover Ministros impopulares y gastados con más de 10 años de servicio mediocre, ministros por ejemplo como el de Medio Ambiente, nombrado allí después de firmar un desastroso contrato sin licitación con la empresa Telvent (cuando era Ministro de Salud para digitalizar datos de hospitales) que nos dejó sin servicio y con 17 millones de dólares menos en el bolsillo, contrato el cual no hemos podido investigar… porque no estamos en eso de tirar “piedras al pasado”.
4 – Es decir, ¿de qué sirve el 60% si no puedes poner orden sobre el pasado reciente? ¿Sobre la antigua administración ni la tuya personal? Nadie sabe dónde está el antiguo director de la OISOE ni sus cómplices, pero todos sabemos donde esta David Rodríguez García, 3 metros debajo del suelo, porque prefirió el suicidio a los esquemas corruptos que aguantaba en la OISOE y que aún persisten en las instituciones que ahora prometen digitalizarse.
5- ¿De qué sirve un 70% si no se puede tener un Ministerio Publico independiente y comprometido? que persiga los casos porque lo manda la ley y no deje vencer los plazos porque su procurador Domínguez Brito diga estar “cansado” de la justicia pero no lo suficiente para renunciar a su salario.
¿De qué sirve un 60% si no tenemos un Ministerio Público que pueda investigar las denuncias de sobrevaloración en Punta Catalina en más de mil millones de dólares? ¿Para investigar a fondo el escándalo de Odebrecht o saber cómo se financia en la actualidad esa planta?
6- ¿De qué sirve el 70% si no puede cambiar la correlación de endeudamiento progresivo, del gasto en déficit fiscal de campaña? Recientemente la fundación CREES publicó que el déficit en el balance fiscal del gobierno va por 30 mil millones de pesos, es decir igual de mal que en 2012 cuando el pueblo salió a quejarse…
7- ¿De qué sirve el 80% si no se puede reformar toda esta estructura de partidos minoritarios parasitarios, partidos sin identidad que no buscan emerger, que buscan pervivir del Estado a través una institución determinada y un caudillaje focal?
Popularidad no es liderazgo por más que esta sociedad de las formas lo promueva. Y la política es más que un juego de popularidad. Al menos la comprometida la cual no se trata de llegar por llegar, se trata de compromiso.
Es mucho más que unas simples elecciones lo que está en juego este 15 de mayo. Hace 8 años vimos como una reelección hizo que el equilibro de fuerzas políticas colapsara y que un solo partido y un poder del Estado asumiera control de los otros dos. En 2012 vimos como partiendo desde esos tribunales fue el principal partido de oposición secuestrado hasta convertirlo en aliado.
Dos declaraciones peligrosas salieron de boca de los principales candidatos del PLD recientemente. El Presidente dijo en un tono bastante autoritario lo siguiente “No se lleven del cuento de que es una dictadura de partido… Yo necesito mi congreso… Tienen que marcarme a mí y a mis congresistas, regidores y alcaldes”. Es decir, no pueden pensar porque ya el partido lo hace por ustedes dominicanos. No quiere obstáculos en el congreso, no quiere un contrapeso, el Presidente ve al congreso como una sucursal de empleos regionales para sus compañeros, no como un poder aparte.
La otra declaración vino de Reinaldo Pared, secretario general PLD y ex presidente del Senado quien prometió reelegir a los jueces de la JCE. Precisamente en el momento en que están siendo cuestionados algunos temas por la oposición, buscando quizás comprometer su independencia en estas horas decisivas (Puesto que recordemos que es el Senado que elige la JCE).
Estemos atentos al proceso del 15 de mayo y a lo que suceda después, siempre teniendo presente lo que está en riesgo. Porque no se trata sólo de la perpetuación de un modo de hacer política, de unos políticos gastados, sino de la salud de la democracia nacional en sus contrapesos.
Porque si esto es un hombre con un 60% de popularidad… Más allá de lo que le diga la publicidad estatal y las bocinas en nómina, no se lo ha merecido.
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