Wednesday, December 9, 2015

Más allá de Hillary y Trump, Bernie es la esperanza

“Quienes compartan la loca esperanza/ brújula o flecha de nuevo hacen falta” DV
En 1972 presentó candidatura a Senador del Estado de Vermont por un partido minoritario un joven de 31 años. Venía de los movimientos hippies, de la lucha en los años 60s por los derechos humanos, siguió a Martin Luther King y fue incluso encarcelado a raíz de una protesta universitaria contra el racismo y la segregación.
Este joven perdió esas elecciones quedando en un distante tercer lugar con apenas 1,571 votos (2.2%). Unos meses después aspiraría a Gobernador quedando en cuarto lugar con 2,175 votos (1.1%). Llegó el año 1974 y se abría otra oportunidad para ser Senador, ese joven socialista y tenaz ahora con 33 años, perdería de nuevo. Esta vez con 5,901 votos y un 4.13%. Sus principios y su convicción de lucha lo mantenían alejado del desánimo.
“Porque él nunca se rinde. Y por esto es exitoso. El compitió contra todo el mundo… Y se mantuvo compitiendo. Y con cada competencia era más conocido” dice su amigo Pormelau.
Dos años más tarde, en 1976, se postulaba otra vez a gobernador. Para sorpresa de pocos volvió a perder. Sin embargo ya le votaban 11,371 personas (6.71%). Iba creciendo y no estaba por rendirse. No repasaré su historia electoral completa, aunque es tan emocionante como sus posiciones. Pero para la década de los 1980 fue electo alcalde de Burlington, el distrito más importante de Vermont y fue reelegido tres veces, cada vez con porcentaje mayor al anterior.
Para 1990 saldría electo diputado. La coyuntura lo ayudó. El republicano Peter Smith, que se reelegía no logró el apoyo de la Asociación de Rifles y mandaron a votar en su contra. Aunque quizás la Asociación no fuera determinante ya que ganaría holgadamente, es importante mencionarla porque pensaban darle una lección a Smith y después reinstaurarlo, a lo que alguien allí reunido advirtió al grupo sobre el socialista (ya de 49 años): “Ustedes no podrán sacarlo… Es uno de los mejores maestros políticos que he conocido”
Y no pudieron. Fue reelecto 7 veces diputado hasta que en el 2006 se abrió una vacante al Senado. El único problema era que había que enfrentar al hombre más rico de Vermont. No sólo ganó en 2006, repitió en 2012, nunca aliado a los partidos tradicionales.
Similar a la situación de la barca que busca la luz del faro para orientarse, uno no puede evitar mirar hacia fuera en su búsqueda de sentido, de ejemplos dignos de emular, de leyendas a quien admirar. En ese camino se cometen errores, muchos son los que han fracasado replicando modelos externos en planos locales, pero esto no desmotiva la búsqueda de arquetipos sino la mejora de criterios.
El Senador de Vermont ya no es joven, se llama Bernie Sanders, es ahora precandidato del partido demócrata a presidente de Estados Unidos. Y está concitando el apoyo de la gente, no por su historia electoral sino por sus posiciones y principios. Es el único de los precandidatos que no es millonario, que se niega a recibir dinero de empresas o bancos, financia su campaña a través de donaciones de ciudadanos, y lo hace a un ritmo y cantidad mayor que lo hizo Obama en 2008.
El combate a la desigualdad es su eje programático y lo hace de manera frontal. Dice que: no se justifica que los ricos paguen tan pocos impuestos en EEUU; que hay que ampliar la seguridad social; que las universidades deben ser gratuitas para la población y pagadas por Wall Street, con un impuesto a cada transferencia que hagan; que hay que romper los Bancos que son demasiados grandes y ponen en riesgo la economía, porque si son muy grandes para fracasar son muy grandes para existir.
Y está llenando estadios. Algunas de sus propuestas han tenido tan buena acogida que Hillary Clinton ha tenido que secundarlas, como la de elevar el salario mínimo a 15 dólares la hora. Lo mejor es que no lo dice ahora, tiene años en eso. Es famosa su discusión con Alan Greenspan en 2003 cuando éste aún era considerado un gurú de la economía, también su posición y voto contra la guerra de Iraq y del Golfo, o su posición a favor del respeto a los homosexuales en los 1990s.
Es tan viejo pero tan viejo, que la coherencia entre sus votos y discurso asombra. Sarah Silverman una famosa comediante presentándolo dijo “Bernie parece haber estado siempre en el lado correcto de la historia”.
Ahora bien, no puede solo. Solicita una revolución ciudadana y a sus 73 años parece estar gestionándola. Porque cuando se comienzan a elevar estos temas, cuando la ola de indignación que viene de la crisis subprime, del 99% contra el 1% de ricos, del movimiento Occupy… toma rostro de senador independiente envejeciente sucede algo en el mundo. Ya lo dijo Robert Kennedy: 
“Cada vez que un hombre lucha por un ideal, o actúa para ayudar a otros, o se rebela ante la injusticia, está generando una pequeña ola de esperanza, y millones de esas pequeñas olas, cruzándose entre sí y sumando intensidad forman un tsunami capaz de derrumbar los más poderosos muros de resistencia y opresión.”
Su mejor mensaje es el de la igualdad y la bandera de lucha permanente. “No puedes contra los billonarios, no puedes ganar. Eso es lo que quieren que creas.  No caigas en el mundo de la desesperanza… El cambio toma forma porque la gente lucha.”
¿Que vencer a Hillary Clinton es imposible? Pregúntenle a Barack Obama, quien para esta fecha perdía como Bernie en las encuestas por más de 20 puntos. Pero dejemos que sea Bernie quien pida una oportunidad para su candidatura:
“Algunos argumentarían que mi carrera política es una de las mas inusuales en los Estados Unidos. Nadie pensó que yo iba a ser elegido Alcalde de Burlington, muy pocos creyeron que iba a vencer a un diputado que se reelegía en Vermont por 16% puntos, y otros no estaban tan seguros de que podía vencer a la persona más rica del Estado para convertirme en Senador. Así que yo diría que no me subestimes”.
T.

Tuesday, December 8, 2015

¿Qué hacemos con los políticos muertos?

El culto funerario a los líderes es una costumbre milenaria. Recibidos por la muerte algunos son venerados, otros llorados, mientras que los más desgraciados pueden llegar a ser escupidos, como le sucedió a Mussolini. Pero detrás de cada acción póstuma parece existir una estrategia mágico-religiosa.
Y es que las honras mortuorias han probado ser un elemento legitimador para quienes pretenden consolidar el poder político. Cuando muere un líder, el vacío toma su lugar temporal, las emociones colidan en sus seguidores y algunos discípulos pretender asumir el espacio oportuno para establecerse como sucesores.
En República Dominicana, Joaquín Balaguer lo entendió muy bien cuando se declaró hijo espiritual de Rafael Leónidas Trujillo en las honras fúnebres del tirano. Fue así que el día del entierro sus palabras limpiaron la conducta del dictador, justificaron sus desmanes, y propugnaron continuar su legado. En su famoso panegírico exclamó que era el momento propicio para “que juremos sobre estas reliquias amadas que defenderemos su memoria y que seremos fieles a sus consignas…”
Él sucedería al tirano. Y según vemos en el discurso cumplió con un elemento clave de dichos rituales, parecía una persona desinteresada al pronunciarlo. Estos procesos de legitimación, de asumir el espacio que deja el difunto permanecen en el tiempo a pesar de carecer de toda lógica o razonamiento moderno. Cuenta Olaf B. Rader en su libro “Tumba y Poder” que:  
“En los rituales funerarios se ha conservado ‘un máximo de no-modernidad’, y que precisamente aquí unas concepciones racionales singularmente claras se verán en ocasiones expulsadas por orientaciones mágico-arcaicas. Como se explica, si no, que la posesión de unos huesos pueda constituir una “cuestión de honor nacional””
Precisamente “cuestión de honor nacional” volvería el presidente Balaguer el hecho de poseer los restos del marino Cristóbal Colón. Y para celebrarlo elaboró, en el quinto centenario de su llegada, un majestuoso Faro mausoleo en el cual reposarían sus “huesos”. Para esto dedicó una cantidad irracional de recursos que llevaría a Juan Luis Guerra a plasmar el sentimiento de muchos cantando: “Y sí aquí en vez de cemento pa’ la construcción, le hiciéramos un faro a la educación?”.
Cabe destacar que estos rituales también funcionan de manera negativa, es decir sirven para denostar y desacralizar figuras. Dos de los más impresionantes ejemplos sucedieron con el Papa Formoso y el rey de Etiopía Haile Selassie.
El Papa Esteban VI, quien sucedería al Papa Formoso, en aras de humillarlo mandó que al cadáver de su antiguo jefe le fuera: 1) despojada la vestidura papal 2) cercenada la mano que usaba para bendecir, y 3) que su cuerpo fuera arrastrado desde la Iglesia hasta el río y dejado allí en la intemperie. Una extraña y sádica venganza contra unos huesos sin alma para un hombre de “fe”.
Con el monarca Haile Selassie ocurrió una humillación similar después de ser derrocado y asesinado. Para castigar su memoria y cuidar que su tumba no se convirtiese en lugar de culto, su cadáver fue enterrado junto a las letrinas del palacio de Etiopía.
En nuestra historia la desacralización más notable sucedió con el general Desiderio Arias en la época de Trujillo. Después de asesinado, a Desiderio se le cortó la cabeza y la misma fue paseada por la ciudad de Santiago, aunque fuera cosida de vuelta a un cuerpo y enterrado, la humillación ya había tenido lugar.
La vigencia de estos temas aún persiste. Así pudimos observarlo en Venezuela, cuando el presidente Nicolás Maduro hablaba hace unos años de la perpetuación del cadáver de Hugo Chávez, como Stalin con el de Lenin, buscando prevalecerse de su muerte para legitimarse como el continuador de la revolución.
Los políticos dominicanos actuales no escapan a este tipo de celebraciones mortuorias, aún siguen acudiendo a la tumba de sus líderes en busca de aquello que pueda sostener sus endebles ideologías o su precaria unidad. Creen al igual que hace siglos que la tumba los legitima y que también los puede condenar.
Un ejemplo curioso sucedió en 2008, cuando Amable Aristy fue a la tumba de Balaguer a legitimar su candidatura y vincular su imagen con el fenecido líder. Pronunciando el entonces candidato presidencial su discurso entró un vendaval que le tumbó varias veces el micrófono y la corona de flores que había llevado. Aristy fue a la tumba buscando un apoyo mágico-arcaico, al darle fuerza a este concepto salió trasquilado, porque algunos llegaron a entender que había sido el mismo Balaguer en la brisa que lo estaba expulsando.
A pesar de que no hay certeza de que los idos transfieren en la tumba su grandeza, algunos siguen aprovechando el espacio para ver si la presencia en ella les chapotea algo. Ante este tipo de escenarios, la única seguridad que tenemos en este plano es que todo eso del descanso eterno luce como mito para estos líderes muertos, que o siguen desde el más allá influyendo o bien desde el más acá los seguimos jodiendo. 

T.